lunes, 6 de febrero de 2012

PALESTINA: Un estado palestino en las fronteras del DJ Armin Van Buuren (parte 1)


Un día, una activista holandesa se levantó, encendió el ordenador y descubrió que un DJ compatriota suyo iba a actuar en la ciudad israelí de Eilat. A ella, que se había pasado un par de años llevando a cabo proyectos de apoyo a los palestinos, no le hizo ninguna gracia; Armin Van Buuren, estrella mundial entre los amantes del trance, iba a dar uno de sus shows en Israel como si este fuese un país normal, como si no burlase permanentemente la legalidad internacional, como si no mantuviese a 4 millones de palestinos bajo ocupación militar, atrapados entre muros de hormigón. Van Buuren, con su presencia en el país, iba a legitimar todo ello. La activista holandesa no perdió un minuto y lanzó una campaña de mails para convencer a Van Buuren de que no actuase en Eilat.
Mientras tanto, en el lado palestino del muro, 3 palestinos de Belén fans de Armin, de los que se quedan en casa sin salir el día en que el DJ saca un disco nuevo para ser los primeros en descargárselo de la red, ideaban la manera de llegar hasta el festival. Era su oportunidad. Armin Van Buuren celebra fiestas en Ibiza, en Amsterdam, en Londres… Todos esos sitios a los que los palestinos difícilmente pueden acceder porque nunca se les concede el visado, porque el mundo no se fía de sus intenciones… Y de pronto Armin viene a Israel. “Aquí mismo”, pensaron. Despliegue de recursos, ¡hay que conseguir un permiso para entrar en Israel como sea!
Estos tres palestinos, a los que llamaremos W, M y F, son de lo más normal. El primero trabaja como comercial en una empresa de alimentos, el segundo estudia hostelería y el tercero es contable, aunque hace unos años fue un trompetista muy reconocido en sus círculos y escribía canciones para cantantes conocidos en Cisjordania. No son refugiados, ni les han demolido sus casas y, aunque han vivido dos intifadas encerrados en casa, muchos de sus familiares han estado encarcelados y muchas de sus tierras serán confiscadas por el muro dentro de poco (lo cual es común a casi todos los palestinos) nunca se han implicado fervientemente en ningún tipo de activismo. Simplemente quieren vivir su vida de la mejor manera posible; vamos, como cualquiera de nosotros.
Como dijo John Lennon, “la vida es lo que sucede mientras tú intentas hacer otros planes”. Mientras yo trabajaba en artículos y temas “más importantes”, esto es lo que ocurrió un fin de semana. Un relato de la sencilla vida diaria para reflexionar, más que para sacar conclusiones inmediatas.
Los días pasaban, la fecha de la fiesta se acercaba y los tres amigos seguían sin permiso. Una noche estábamos a las afueras de Belén tomando una cerveza y se me ocurrió sacar el tema de la campaña holandesa de boicot contra el concierto del DJ. Me provocaba curiosidad ver qué pensaban después de tres semanas devanándose los sesos para conseguir un permiso para entrar en Israel. “¿Qué?” W se enfadó. “¡Pero si es música! ¿Por qué hay que boicotearla?” Traté de explicarle la intención de la campaña de boicot: presionar a Israel y a su población contra la ocupación palestina. “Pues si en Holanda están tan preocupados por nosotros, que convenzan a su gobierno para que no dejen entrar a los israelíes a su país, ¡pero que no vengan aquí a hacer cosas raras!” respondió él. En el ambiente distendido en el que estábamos, simplemente pensé: “Bueno, es otra forma de verlo”.
Finalmente sólo W consiguió el permiso, dos días antes del concierto, y tuvo que dejar atrás a su amigo del alma F. Yo decidí que iría, así que quedamos en Jerusalén para coger el bus. Lo que yo no supe hasta más tarde, cuando ya no había remedio, es que su permiso era sólo para Jerusalén. (Fin de parte 1)



2 comentarios:

  1. Un relato con sorpresa! Hace mucho que no leía una visión nueva e interesante sobre la situación palestina, mejor dicho sobre los palestinos...las personas.

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  2. Muy bueno el relato. Ya tengo ganas de que escribas la continuación.

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