jueves, 23 de febrero de 2012

PALESTINA: ¿De qué habla una cuadrilla palestina mientras toma algo antes de salir de fiesta?


Una noche, un grupo de amigos palestinos y yo nos fuimos a tomar algo antes de unirnos a un karaoke que se celebraba en un local de Belén. El lugar de encuentro elegido para tomar unas cervezas fue la carretera de Cremisan, a las afueras de la ciudad y al pie de un valle verde, que dentro de poco será cerrada al acceso de palestinos debido al muro, para disgusto de mis amigos. Del otro lado quedarán esas tierras a las que sus dueños palestinos no podrán acceder y que, con el tiempo, seguramente perderán. Se ha vuelto tan normal... En este caso, este valle también es el sitio donde estos amigos, al igual que la mayoría de betlemitas, se escondieron para fumarse sus primeros cigarros y para juntarse clandestinamente con sus primeros ligues y poder estar a solas, lejos de los siempre ojos curiosos de los vecinos. 
H nos comunicó que se iría pronto, y W le dijo: “¿Por qué? ¿Tienes toque de queda? ¡Ya no estamos en la Segunda Intifada!” Y de esta forma salió el tema. La mayoría de las personas con las que estaba nacieron en algún momento de la Primera Intifada, y cuando estalló la Segunda Intifada, les pilló en los primeros despuntes de su adolescencia.

“Mi familia decidió mudarse de casa porque estábamos en primera línea frente al asentamiento y los colonos no paraban de dispararnos.”

W contesta: “Sí, al principio de la Segunda Intifada a nosotros nos pasaba lo mismo, vivíamos al lado de una base militar israelí y cada dos por tres había tiros. Un día oímos ruidos fuera y mi hermano pequeño y yo nos asomamos por la ventana a ver qué pasaba. Mi madre apareció en el salón gritando que nos apartásemos de ahí, y justo cuando nos agachamos, dos balas pegaron en la pared justo al lado del marco de la ventana”.

Se vuelve a F y le pregunta: “¿Y a dónde os mudasteis?”

F responde como si estuviese contando un chiste: A la parte alta de Belén, al lado del Palacio de Arafat.

Los demás sueltan una carcajada. Todos se acuerdan de que el Palacio de Arafat fue bombardeado hasta los cimientos con la intifada ya avanzada. La familia de F se volvió a mudar, esta vez a una de las calles principales de Belén, en donde vive hasta hoy. Pero al poco tiempo de instalarse, la construcción del muro alcanzó la calle y ahora tiene la pared de hormigón de nueve metros de altura y una torreta de seguridad a 30 metros de la puerta de su casa. “Y aquí nos quedamos. A saber dónde acabamos si nos mudamos otra vez”, bromea.
Pero también recuerda, a pesar de todo, buenos momentos:

“Mi madre era profesora y mi padre estaba en la cárcel por activismo contra la ocupación”
“El mío también”, interviene H.
“Y mi madre se tomaba muy en serio la educación, y no quería que perdiésemos cursos por culpa de los toques de queda, así que juntó a todos los padres del edificio y los dividió por materias: si uno era contable, enseñaría matemáticas. Si otro había viajado al extranjero, enseñaría inglés… Y entre todos montaron un horario de clases. Así que todos los niños del edificio nos pasábamos el día de piso en piso, con los padres como profesores, y lo recuerdo como lo más divertido del mundo. De hecho, hasta me dio pena cuando tuve que volver al colegio…”

W le sigue:

“Sí, ya sé a qué te refieres. Al principio las batallas eran en la puerta de mi casa por culpa de la base militar, pero luego los soldados tomaron el barrio y la batalla bajó más abajo. Ya no había tiros en el barrio porque estaba invadido, y por eso nos dejaban salir dos horas al día a aprovisionarnos de lo que pudiésemos. El resto del tiempo, toque de queda permanente. Los vecinos decidieron hacer algo para no morirnos del aburrimiento y que los niños no estuviésemos todo el día mirando al techo, así que se empezaron a programar barbacoas cada día en casa de alguien y todos llevábamos comida. Los niños nos juntábamos y, para unas horas que teníamos, los padres aplicaban manga ancha a nuestras gamberradas. Al final acabábamos todos durmiendo en casa de todos. Yo no me enteraba de mucho porque era pequeño. Solo sabía que cuando el ejército entraba en el barrio no tenía que ir al colegio y me juntaría con los otros niños vecinos, así que miraba por las noches por la ventana, y cuando veía los tanques venir, iba corriendo a despertar a mi padre y le decía: “¡Papá papá! ¡Que vienen los tanques! ¡Mañana barbacoa!”

T, una chica palestina de la cuadrilla, interviene:

“Cuando el lío se fue de tu barrio, bajó hasta el mío. Cada vez que la cosa se relajaba un poco y se levantaba el toque de queda por unas horas, mi madre corría para conseguir la comida necesaria para afrontar otra temporada encerrados, y mi hermana y yo salíamos en dirección al videoclub, donde nos alquilábamos las películas de 20 en 20. (Cómo son los videoclubs en Palestina es para un capítulo aparte). Entonces no había internet. Me pasé 3 años encerrada en casa con las persianas bajadas, mirando la tele”.

También surgieron anécdotas surrealistas, rescato la contada por H, que era un poco mayor:

“Yo también vivía cerca de la base militar y, un día más o menos tranquilo, mi padre y mi tío decidieron que el toque de queda ya les había aburrido suficiente. Cogieron sus escopetas de perdigones y subieron al tejado a cazar pájaros, pensando que el ruido de los otros tiros se confundiría con los suyos. Pero los soldados israelíes se dieron cuenta. Cuando mi padre y mi tío vieron al jeep venir a toda velocidad carretera abajo, salieron corriendo por la puerta trasera a casa de un vecino con las escopetas. Yo estaba aún durmiendo porque el día anterior me había ido tarde a la cama, y me despertaron los golpes de los soldados en la puerta. Salí corriendo en pijama a abrir, los soldados me apartaron y entraron en tromba en casa preguntando: “¿Dónde están las armas?” Yo no tenía ni idea de qué me estaban hablando, y les dije que no tenía armas, que estaba durmiendo. Uno de ellos me dijo que saliese el jardín y el resto subieron al tejado. “¿Puedo por lo menos coger una cerveza de la nevera?” le dije al soldado. El soldado, sorprendido, me dijo: “¿Pero vosotros bebéis cerveza?” Y yo le dije: “Yo sí. ¿Quieres una?” El soldado la aceptó y me acompañó al jardín sin dejar de apuntarme. Al cabo del rato le dije: “Oye, en el tejado no hay nada, ¿qué hacen tus colegas ahí arriba?” El soldado pensó un momento, y luego se levantó y me dijo: “Vamos arriba, tú delante”. Yo le pregunté: “¿Les subimos unas cervezas?” Cogimos varias cervezas y subimos por la escalerilla al tejado. Cuando los soldados me vieron aparecer, me apuntaron nerviosos y me dijeron: “Eh tú, ¿qué haces?” Y el otro soldado respondió desde abajo: “Tranquilos, está desarmado y trae cervezas”. Así que acabamos todos bebiendo cerveza en el tejado, con las armas apuntándome: “Oye, os habéis tenido que equivocar, estoy solo en casa y estaba durmiendo, aquí no hay armas”, les decía, convencido de que, de hecho, era así. Un par de ellos miraban alrededor, como asegurándose de que esa era el edificio, y al final uno de ellos dijo: “Bueno, nos acabamos la cerveza y nos vamos”. Y así fue. Cuando mi padre y mi tío volvieron a casa, corrieron hacia mí: “¿Qué ha pasado? ¿Se han ido los soldados?” Entonces me enteré de lo que habían hecho. "Ya veréis cuando mamá vuelva de casa de la vecina y se entere”, les dije. "¡Y encima no habéis cazado ni un pájaro!"

T remataba la conversación:

“Yo me di cuenta de que mi adolescencia no había sido muy normal cuando hace poco salía del cine con unas amigas inglesas de ver una película de acción y me preguntaron: “¿Qué te ha parecido la peli?” Y yo les dije: “No está muy bien hecha, un tanque no estalla así.”  Y vi la cara con la que se me quedaron mirando.

Todos rieron y asintieron, como diciendo: “Me lo dices o me cuentas”.

W miró al reloj: “Oye, el Karaoke ya ha empezado, ¿vamos yendo?”

4 comentarios:

  1. Jode la historia de H es de cortometraje, a mí (supongo que por mi falta de experiencia en esas lides) ni se me habría ocurrido ofrecerles una cerveza, qué crack! jajaja

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  2. Hola ¿Cómo está usted?
    Mi nombre es Emilio, soy un chico español y vivo en un pueblo cerca de Madrid. Soy una persona muy interesada en conocer cosas relativas a la cultura, el modo de vida de los habitantes de nuestro planeta, la fauna, la flora y los paisajes de todos los países del mundo etc, en resumen, soy un persona que disfruta viajando, aprendiendo y respetando la diversidad de la gente de todas partes del mundo.

    Me encanta viajar y conocer en persona todos los aspectos mencionados, pero, por desgracia ya que esto es muy caro y mi poder adquisitivo es bastante pequeño, se me ocurrió una manera de viajar con la imaginación por todos los rincones de nuestro planeta. Hace unos años empecé una colección de cartas en la que mi meta era conseguir al menos una carta de cada país y territorio con autonomía postal en el mundo. Este modesto objetivo es factible de alcanzar en la mayor parte de los países, pero por desgracia es imposible de lograr en otros distintos territorios por varias razones, ya sea porque son países en guerra, ya sea porque son los países con pobreza extrema o porque por algún motivo, su sistema postal no está funcionando adecuadamente.

    Por todo ello me gustaría pedirle un pequeño favor:

    ¿Sería usted tan amable de enviarme una carta por correo tradicional de Palestina? Entiendo perfectamente que usted piense que su blog no es el lugar adecuado para pedir esto, e incluso, es muy probable que usted ignore mi carta, pero me gustaría llamar su atención sobre la dificultad que tengo para recibir una carta desde ese país, ya que yo no conozco a nadie ni a dónde escribir en Palestina con el fin de aumentar mi colección. Una carta para mí es como un pequeño recuerdo, es como si hubiese visitado ese país con mi imaginación y al mismo tiempo, la llegada de las cartas desde un país es un signo de paz y normalidad y una forma original de promocionar un país en el mundo. Mi dirección postal es la siguiente:

    Emilio Fernández Esteban
    Calle Valencia, 39
    28903 Getafe (Madrid)
    España

    También me gustaría invitarle a visitar mi blog: www.cartasenmibuzon.blogspot.com allí, si usted lo desea puede echar un vistazo a mi colección y de esta manera comprender de una manera más gráfica porqué le hago esta petición.

    Por último, quisiera darle las gracias por la atención prestada a esta carta, y tanto si usted puede ayudarme o si no, le envío mis sinceros deseos de paz, salud y felicidad para usted, su familia y todos tus seres queridos.

    Atentamente

    Emilio Fernandez

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  3. Emilio yo prometo escribirte en el siguiente viaje que haga si tú no lo tienes en la lista.
    un abrazo.
    atentamente Martín

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  4. Buenísimo el artículo! Ese es el humor Palestino que tanto sorprende cuando lo conoces. Felicitats!

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