miércoles, 13 de febrero de 2013

PALESTINA-ISRAEL: Gideon Levy y Hanin Zoabi. Reflexiones aparte.


“Si se prohíbe a los israelíes entrar en Macy´s o al Maccabi ir a Europa, la ocupación se termina mañana”





El pasado domingo, el hotel American Colony de Jerusalén juntó en una conferencia sobre los resultados de las elecciones israelíes a dos de los personajes más polémicos de la escena pública y política israelí: el periodista de Haaretz, Gideon Levy, y la parlamentaria palestina-israelí, Hanin Zoabi. El primero, conocido por sus afiladas críticas a todo político israelí que dificulte, ignore o rechace la paz con los palestinos; la segunda, famosa desde su participación en la Flotilla rumbo a Gaza de 2010, momento desde el cual sus compañeros parlamentarios la consideraron una terrorista y comenzaron a hacerle la vida imposible. La combinación de ambos prometía reflexiones alternativas y conclusiones alejadas de las de los análisis de la prensa común –por lo menos de la israelí- y así fue. Aquí lo tenéis http://bit.ly/XzO4Ac

Pero esta entrada la quiero dedicar a otras cuestiones y reflexiones que surgieron a partir de la ronda de preguntas, que me parecieron igual de interesantes.

Durante su exposición, tanto Gideon Levy como Hanin Zuabi denunciaron la inexistencia de la izquierda política israelí, por lo que alguien entre el público preguntó al primero por el rol y la importancia de los grupos de activistas israelíes en un posible cambio. Levy aprovechó para realizar un análisis psicológico de su propia sociedad; esta fue su respuesta: 

“Existe una larga lista de grupos israelíes que compromete su tiempo, su dinero y a veces su carrera para por lo menos dar algo de dignidad a la sociedad israelí. Pero son muy marginales y tienen muy poca influencia. El problema es que la sociedad israelí tiene tantos escudos que le protegen de las preguntas morales que es casi imposible cambiarla. Por ejemplo: cuando los soldados de Breaking the Silence empezaron a contar lo que hacían en los territorios ocupados, pensamos que la ocupación colapsaría. No eran izquierdistas quienes hablaban, sino los propios soldados, y teníamos grandes esperanzas. Se creó un gran debate y el número de refusniks aumentó, pero el portavoz del ejército, con la ayuda de los medios, llevó a cabo una campaña sistemática de deslegitimación que funcionó. Ya es de por sí difícil hacer al público israelí mirar desde otro punto de vista, y encima la tele les decía lo que querían oír: que habían sido solo unas excepciones. Así que la sociedad no se vio sacudida ni por un momento. La situación en Israel seguirá igual hasta que pase algo gordo que le enseñe a la gente que la situación no puede continuar así.”

                Hanin Zoabi recordaba que “para poder acabar con la ocupación en Cisjordania y Gaza debe crearse una base y una infraestructura adecuada en Israel, y para eso tenemos que hablar de lo que pasó en 1948, no sólo de 1967. Porque cuando hablamos de 1967, tenemos que saber que lo hacemos porque los palestinos hicimos una gran concesión renunciando al 70% del territorio.” Sin embargo, opina que lo que sucede no es sólo culpa de Israel y asume su parte de responsabilidad:

“Israel no paga el precio de la ocupación y no es sólo culpa de la extrema derecha israelí. También es culpa de los palestinos, porque tenemos que luchar. Ninguna opresión terminó sin luchar. ¿Qué se puede hacer? Se puede dejar de colaborar en materia de seguridad con Israel (en relación a la Autoridad Palestina) y decir claramente: Israel no es una contraparte para la paz y no queremos negociar.” Y lanzarnos a la calle siguiendo el modelo de Tahrir, en Egipto. Protestas pacíficas masivas, desobediencia civil y devolver la ocupación a la agenda. La gente israelí no puede levantarse e irse a la cama sin saber ni notar a los palestinos. Debemos dejar de hablar de dos estados o un estado y concentrarnos en el objetivo principal: acabar con la ocupación y la discriminación. Los palestinos necesitan una primavera árabe que desarrolle nuevas fuerzas personales, porque no que creo que las que existen ahora den lugar a un escenario diferente. La ANP no puede ir a pedir a Europa cosas que los palestinos se resignan a no tener. Puedo exigir cosas a Europa, pero no se van a molestar en hacer nada ni se van a convencer de la importancia de lo que les pedimos si nos ven dormidos y resignados.”

                Alguien de entre el público trajo a colación el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel, y preguntó a Gideon Levy si le parecía efectivo y si lo apoyaba. Otro nuevo análisis de su sociedad por respuesta:

                “La función de esta iniciativa es que paguen el precio por la ocupación, y me parece muy noble y legítimo. En Sudáfrica funcionó muy bien y aquí debería ser igual. Y os aseguro que si se les prohíbe a los israelíes que entren en las Galerías Lafayette o Macy´s, o que el Maccabi juegue la liga europea, la ocupación se termina mañana. Pero tenemos que ser realistas: Durante la Segunda Intifada, los israelíes pagaron un gran precio por la ocupación con la violencia y los atentados suicidas, pero nunca hicieron la asociación entre ello y la ocupación. Simplemente dijeron: que horribles son los árabes, que vienen y nos matan.” Siempre sacamos la conclusión errónea. El movimiento de boicot, al nivel actual, no está funcionando porque la sociedad aún no ha hecho la conexión necesaria. En vez de concluir: “A lo mejor la ocupación es mala”. Piensan: “Nos odian” y se vuelven más nacionalistas.”

                En relación con ello, a Hanin Zoabi se le preguntó sobre su línea roja para abandonar toda participación en el sistema político israelí y boicotearlo. “Nos iremos en el instante en que nos impidan representar nuestra visión democrática. De momento me han amenazado, insultado, han intentado que no pueda presentarme a las elecciones... pero todavía no han conseguido echarme, lo cual significa que aún podemos luchar.”

En un momento dado, una mujer judía británica de la audiencia preguntó a Hanin Zoabi cómo lidiaría con Irán, Siria y el resto de enemigos de Israel si ella fuera ministra del gobierno, teniendo en cuenta “la amenaza existencial a la que Israel y los judíos se enfrentan.” La respuesta, tan directa como concisa:

“Si yo fuese ministra es porque estaríamos ante una realidad totalmente diferente en la que esta pregunta no sería necesaria.”

Un buen montón de argumentos, lejos de los típicos análisis locales, sobre los que reflexionar. 

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