lunes, 4 de febrero de 2013

ISRAEL: Elecciones. Análisis rápido, que también hay otras cosas.


Un análisis de las elecciones israelíes que, a juzgar por los pocos cambios que se prevé que traigan, voy a hacer más bien rápido:

El Likud de Benyamin Netanyahu y  el Yisrael Beitenu de Avigdor Lieberman, los mismos que ya gobernaban antes, han vuelto a ser los más votados, por lo menos en bloque, aunque han obtenido 11 escaños menos que la última vez. El Kadima de Livni, que fue el segundo en 2009, ha desaparecido del mapa.

La mayoría de los votos perdidos por Netanyahu y Lieberman se corresponden con los de colonos que han optado por apoyar al Habayit Hayehudi de Naftali Bennett, que dice claramente que lo que hay que hacer con Cisjordania es anexarse el área C que Israel controla (osea, el 70%) y convertir el resto en reservas; algo que muchos piensan pero no dicen.

Los votos perdidos de Kadima han ido a parar al laborismo y, sobre todo, al ‘Hay Futuro’ de Yair Lapid, que vendía reformas sociales y económicas y, promesa estrella, igualdad para los ultra ortodoxos a la hora de hacer el ejército.

Posibles coaliciones:

Netanyahu y Lieberman se alían con los ultraortodoxos, es decir Shas y United Torah, sumando 49 escaños entre todos. Otros partidos de derecha entrarían en la coalición para llegar a los 61 asientos necesarios para gobernar. Resultado: misma situación que en los últimos cuatro años. Consecuencias para Palestina: más de lo mismo.

Netanyahu y Lieberman se alían con Bennett y Lapid, estos dos últimos ya en conversaciones. Una extraña coalición teniendo en cuenta que, de acuerdo con su programa electoral, Lapid es de centro izquierda. Pero sumarían 62 escaños, una buena mayoría de partidos que podrían sacar adelante algún arreglo para que los ultra ortodoxos participen en el ejército o por lo menos cumplan un servicio alternativo. Si United Torah no entra en la coalición, Shas podría hacerlo, argumentando –como de hecho hace- que no se puede (o no se debe) llegar a ningún acuerdo sobre los ultra ortodoxos y el ejército sin contar con ellos. Resultado: el tema de los ultra ortodoxos sería tratado y centraría la atención de los israelíes frente a otros asuntos; y si Lapid es nombrado ministro de exteriores, el escaparate frente a la comunidad internacional (comparado con el que ofrecía el ex ministro ultra derechista Lieberman) mejoraría bastante. Consecuencias para Palestina, teniendo en cuanta que Bennett formaría parte del gobierno y que Lapid sería el único de centro izquierda pero tiene otras prioridades antes que Cisjordania y Gaza: más de lo mismo.

Entre los palestinos, desinterés. Varias veces pregunté a gente de a pie, no relacionada con la política o el activismo, sobre las elecciones. La respuesta más común: “Pues no sé… ¿cuándo son?”

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