miércoles, 2 de mayo de 2012

JORDANIA: "El Rey no me deja ni tener una moto"


Nos juntamos en una estación de servicio de la autopista, en el sur de Ammán. Una cuadrilla de moteros llegaron haciendo rugir sus Harleys casi a la vez que nosotros. “Yo quise tener una moto y la licencia para conducirla, pero se me negó por formar parte de la oposición al gobierno”. Mohammed Saudi es un ex parlamentario jordano que se unió a las manifestaciones contra el sistema desde su comienzo, en marzo de 2011. Llegó a nuestro punto de encuentro junto con un colega suyo, antiguo militante de la OLP palestina en Jordania. “En Jordania, por razones de seguridad, sólo puedes conducir una moto si las fuerzas de seguridad te conceden el permiso para ello, así que sólo los que adoran de manera probada y comprobada al rey pueden acceder al club exclusivo de Harleys”, me cuenta.
Dejando a las motos atrás, nos subimos en su Mercedes y ponemos rumbo a la meridional ciudad de Tafile, donde al cabo de unas horas va a tener lugar la manifestación de los viernes contra el sistema. “Me gusta ir a las manifestaciones del sur porque allí es donde se dice la verdad. En Amman sólo se pide la reforma del sistema; en Tafile se pide la caída y se canta contra el rey”, afirma.
Las ciudades del sur son el lugar donde residen las tribus originarias de Jordania, a diferencia de Amman y las ciudades del norte, pobladas mayoritariamente por refugiados palestinos. Los sucesivos monarcas concedieron diversos privilegios a las tribus para asegurar cierto apoyo sobre el terreno, pero desde que el actual rey Abdallah II llevó a cabo su Plan de Reforma Económica en 2003, multitud de casos de corrupción quedaron al descubierto y, con el estallido de la primavera árabe en la región, el sur jordano decidió comenzar con sus propias protestas.  





(Manifestación en Tafile)


Por el camino, Saudi me explica que “gané las primeras elecciones parlamentarias a las que me presenté por la región de Buseira (al norte de Petra). Me volví a presentar en las siguientes elecciones, en 2010, y me hicieron perder, dijeron que por un margen de unos pocos votos. En su lugar pusieron a alguien amigo de las fuerzas de seguridad”. Le pregunto por qué: “Hacía preguntas incómodas. Una vez me di cuenta de que, a la hora de hacer los presupuestos, faltaba el 20% de los 7,5 billones de dinares recaudados en impuestos. Así que pregunté a dónde había ido ese dinero. Muchos parlamentarios me pidieron que me callase y nunca se me respondió”. En cuanto al parlamentario que ganó en su lugar, “es un pobre hombre que no tiene dinero ni para pagarse la gasolina. Eso es lo que el gobierno quiere: alguien a quien puedan controlar, que obedezca sus órdenes en cuanto le llaman al móvil”.
                Casi una hora después de comenzar nuestro viaje, llegamos al área donde se encuentra la antigua Compañía Nacional de Fosfato. “En 2005 la empresa fue vendida por 100 millones cuando costaba unos 10 billones. Dijeron que se la vendieron al sultanato de Brunei, pero de hecho acabó en manos de un familiar del rey. Un comité del parlamento llevó a cabo una investigación y recomendó llevar a todo los implicados a los tribunales, pero el parlamento votó en contra”. Saudi me explica que “es muy fácil comprar a la gente en el gobierno y yo tengo dinero para poder hacerlo y vivir cómodamente, pero no es eso lo que quiero para mi país.”
                Al poco llegamos a Al Hissa, ya en el estado de Tafile, un poblado cuyos habitantes trabajaban en su mayoría en la compañía de fosfato. Dejamos a nuestra derecha una moderna urbanización que, según Saudi, “es el lugar que se habilitó para los trabajadores de la empresa, pero ahora está vacía.”  
                Casi al final de nuestro viaje, entramos en una carretera sinuosa recientemente asfaltada que lleva hasta a Tafile. “Se han pasado 21 años construyendo esta carretera, y se da la casualidad de que en cuanto empezaron las protestas la terminaron en cuestión de unas semanas”.
                Las protestas contra el sistema (por su reforma en Ammán, por su caída en las ciudades del sur) dura ya más de un año; 22 manifestantes fueron detenidos en Tafile a finales de febrero y otros 30 en Ammán un mes después, cuando se cantaron por primera vez consignas contra el rey en la capital. A los Hermanos Musulmanes se les ha prohibido presentarse a las próximas elecciones; es el grupo de la oposición más organizado y que cuenta con el apoyo de la mayoría de los palestinos en Jordania, grupo que asciende al 70% de la población del país).
                Saudi reconoce que quiere una monarquía para Jordania, pero “no un show de un solo hombre. Tenemos un rey intocable que más bien parece un Dios; lo que quiero es una monarquía constitucional como la de Inglaterra en la que la Constitución no se cambie a cada paso. Esta debe ser un contrato entre el rey y el pueblo, no un documento que se cambie a gusto del rey para que este pueda hacerlo todo sin responsabilidades”.

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