domingo, 24 de febrero de 2013

PALESTINA: Palestino muerto en cárcel israelí. ¿Tan normal se ha vuelto que ya no es ni noticia?


Voy a la tienda de recuerdos de un amigo de aquí donde, sobre todo en las tardes de verano, nos juntamos varios vecinos –musulmanes, cristianos, jóvenes, mayores- a analizar la situación en Palestina. “Ayer se llevaron a mi hijo de 25 años arrestado”, me dice Omar, veterano luchador de la OLP y uno de los fijos en este comité de sabios espontáneo. Los soldados israelíes aparecieron a las dos de la mañana en el centro de Belén (zona de control palestino, donde se supone que tienen prohibido entrar), tiraron la puerta abajo y se llevaron a su hijo mayor por la fuerza. Lo que más me sorprende es el tono tranquilo y resignado con el que lo dice, como quien comenta que ayer perdió su equipo de fútbol. “¿Por qué se lo llevaron?” le pregunto: “No lo sé”, responde él. “Creemos que porque es miembro del Frente Popular.” “¿Sabes a dónde se lo han llevado?” “No. Tenemos a un abogado buscándolo” “¿Sabes cuándo lo van a soltar?” “No.” El mismo Omar pasó 8 años entre rejas por su militancia en la OLP en los 80.
El otro día acompaño a un amigo palestino a vender su coche a una mujer madre de 10 hijos e hijas. Una de ellas oye que voy a Jerusalén y me pregunta si le puedo llevar en coche, ya que ella vive allí y, aunque sólo hay 9 km entre Belén y Jerusalén, el camino en transporte público, con check points y rodeos para esquivar el muro, es demasiado penoso para su bebé de apenas un año. Por el camino, me explica que son dos hermanas y cuatro hermanos, pero uno de ellos hace 7 años que no lo ven porque está en la cárcel. “¿Por qué?” Pregunto. “No lo sabemos”, contesta ella. “Creemos que por ser simpatizante de Hamas.” “¿Cuándo será liberado?” “No lo sabemos.”
“De pequeña me gustaba jugar al fútbol y bajaba con mi padre al parque de debajo de casa”, comento en una conversación banal durante una barbacoa. “Yo no conocí a mi padre hasta los ocho años, cuando salió de la cárcel por repartir panfletos de resistencia comunista.” Contesta uno de los presentes. “El mío y varios de mis tíos estuvieron varios años en la cárcel por lo mismo. En mi casa los que iban saliendo libres se turnaban para ayudar a mi madre, que también era una activista política, a educarme a mí y a mis tres hermanos”, comenta otro.
Entrego una traducción que me encargó una agencia de turismo palestina y su contable, que algo de español entiende, lee en mis documentos: “detension administratifa. Ah, this is administrative detention in spanish!” “Sí”, respondo “ahora ya conoces el término en tres idiomas: árabe, inglés y español.” Él responde: “Sí, y en hebreo también. Me pasé 4 años en la cárcel porque mi detención administrativa (sin pruebas, basada en evidencia secreta, que por lo general dura 6 meses) se renovó 7 veces.” “¿Por qué te encarcelaron?” Él: “Nunca quedó claro el cargo exacto, pero supongo que estaba en la lista negra después de que me arrestasen varias veces durante la primera intifada por promover la desobediencia civil, repartir panfletos y tirar piedras a los soldados.”
Voy al campo de refugiados de Aida a hacer fotos del muro, (que pasa rodeándolo) y aquí y allá varias familias me invitan a tomar té. En sus salones veo fotos colgadas de chavales jóvenes. Sé que son hijos, hermanos, padres de la familia en cárceles. Una vez me di cuenta de que una de las fotos era la de una de los chavales que veía frente a mí sentado en el sofá. Pregunté a la madre por qué no había descolgado la foto, y me contestó: “No, este es su hermano gemelo.” “¿Y por qué está encarcelado?” Ella: “Por tirar piedras.” “¿Cuándo saldrá de prisión?” “No lo sabemos.”
No importa donde vayas. No importa si es gente rica, pobre, refugiada, cristiana o musulmana. Todo el mundo en palestina tiene o ha tenido al menos un familiar en prisión sin saber muy bien por qué. Y por supuesto, cuando salen, hablan de lo que les ocurrió allí dentro.
Por eso nadie se cree que la muerte en una prisión israelí de Arafat Jadarat, un joven de 30 años que fue arrestado la semana pasada en relación con protestas por los prisioneros, haya sido por un ataque al corazón, como dicen las fuentes israelíes. Su abogado accedió a él en la audiencia que tuvo el prisionero el pasado jueves, y el detenido le contó que le dolía la espalda porque “había sido golpeado y colgado durante horas mientras era interrogado”, despertando familiares y agónicos recuerdos en un gran número de palestinos que han pasado por las prisiones israelíes. Las técnicas empleadas en los interrogatorios no son ningún secreto; sin ir más lejos, uno de los ex directores de los servicios secretos israelíes (Shin Bet), las describe detalladamente para el documental ‘The Gatekeepers’, que podría conseguir un Oscar esta misma noche.
 Su detención se extendió otros nueve días para continuar investigándolo, y el sábado, ayer, apareció muerto.
                ¿Le importa a alguien fuera de estas borrosas fronteras? ¿Qué se cuenta en España? ¿Se puede obviar tranquilamente la muerte de otro palestino, aunque sea a manos de la única democracia de Oriente Medio? Todas las mañanas leo las noticias. Hoy ha sido una excepción. Me he levantado y he pasado directamente a contestar todos los mails y llamadas que no he contestado durante la semana (en este caso varias semanas), limpiar un poco la casa y ese tipo de cosas que suelo hacer los domingos por la mañana, si tengo tiempo. Para no estar del todo desconectada, he dejado puesto el canal de BBC World.
Arafat Jaradat murió ayer, y no me he enterado de ello por la BBC. Ha sido cuando he empezado a escuchar tiros en la lejanía desde mi salón. He abierto la ventana y he concentrado mi oído en el ruido para asegurarme de que no eran los cohetes y fuegos que se lanzan normalmente en las bodas. Con la cabeza girada para oír mejor, lo que tenía en frente de mí es el monstruoso asentamiento de Har Homa, con su forma de tarta blanca amurallada en la cima de lo que anteriormente fue una colina cubierta de densos pinares como ya quedan pocos en Cisjordania. Una columna de humo que subía de las cercanías del campo de refugiados de Aida ha confirmado mi sospecha. “Más manifestaciones por los prisioneros”, pienso. Echo un último vistazo al tranquilo asentamiento, que parece mirar para otro lado, aislado por su verja electrificada que pasa casi por debajo de mi terraza. Antes de salir corriendo por la puerta, abro en internet un canal de noticias palestino para ver si hay algo nuevo. Es entonces cuando leo que Ahmad Jaradat ha muerto en una cárcel israelí.
En el campo de Aida hay contenedores de Naciones Unidas quemados, torres de vigilancia israelíes en llamas y jóvenes palestinos tirando piedras y esquivando las balas recubiertas de goma. Leo al volver que en las manifestaciones de Ramallah, entre otras, se ha usado munición real, y hay un chaval de 13 años en un hospital con una bala en el pecho.
La tensión durante esta semana ya era alta, y los análisis avisaban de un incremento de la violencia si alguno de los prisioneros en huelga de hambre moría. No ha hecho falta. Jaradat fue arrestado hace unos pocos días; no le dio tiempo ni a empezar la huelga.
Israel insiste en la teoría del infarto, y tranquilamente ha pedido a la ANP que calme las protestas porque dentro de poco viene Obama. De hecho, ha ofrecido al liderazgo palestino devolver los 100 millones de dólares de impuestos que recolectó en su nombre en enero y que hasta ahora retenía, con tal de controle a su gente. Como si fuese un favor o un regalo. El ministro de Asuntos de los Prisioneros, Issa Qraqe, ha contestado: “Estos disturbios no se producen tras una decisión; son manifestaciones espontáneas contra las injusticias de Israel. Si Obama quiere una visita tranquila, que presione a Israel para liberar a los prisioneros políticos.”
Los arrestos se suceden sin que a nadie le importe. La semana pasada fue encarcelado, también mediante detención administrativa sin pruebas y sin derecho a acceder a un abogado, el dibujante de tiras cómicas Mohammad Sabaaneh, del periódico oficial de la ANP. El pasado jueves se extendió su detención por otros nueve días. Me recuerda a lo que sucede en otros lugares supuestamente menos democráticos.


Tira del dibujante Mohammad Sabaaneh
http://bit.ly/VEAsqQ )


Esta noche dos películas, una israelí y otra palestina, compiten por el Oscar a mejor documental, y las dos tratan, de lleno o de pasada, las detenciones aleatorias palestinas. A ver si por lo menos, con un poco de suerte, me levanto mañana y la BBC cuenta que ha ganado alguna de las dos.


miércoles, 13 de febrero de 2013

PALESTINA-ISRAEL: Gideon Levy y Hanin Zoabi. Reflexiones aparte.


“Si se prohíbe a los israelíes entrar en Macy´s o al Maccabi ir a Europa, la ocupación se termina mañana”





El pasado domingo, el hotel American Colony de Jerusalén juntó en una conferencia sobre los resultados de las elecciones israelíes a dos de los personajes más polémicos de la escena pública y política israelí: el periodista de Haaretz, Gideon Levy, y la parlamentaria palestina-israelí, Hanin Zoabi. El primero, conocido por sus afiladas críticas a todo político israelí que dificulte, ignore o rechace la paz con los palestinos; la segunda, famosa desde su participación en la Flotilla rumbo a Gaza de 2010, momento desde el cual sus compañeros parlamentarios la consideraron una terrorista y comenzaron a hacerle la vida imposible. La combinación de ambos prometía reflexiones alternativas y conclusiones alejadas de las de los análisis de la prensa común –por lo menos de la israelí- y así fue. Aquí lo tenéis http://bit.ly/XzO4Ac

Pero esta entrada la quiero dedicar a otras cuestiones y reflexiones que surgieron a partir de la ronda de preguntas, que me parecieron igual de interesantes.

Durante su exposición, tanto Gideon Levy como Hanin Zuabi denunciaron la inexistencia de la izquierda política israelí, por lo que alguien entre el público preguntó al primero por el rol y la importancia de los grupos de activistas israelíes en un posible cambio. Levy aprovechó para realizar un análisis psicológico de su propia sociedad; esta fue su respuesta: 

“Existe una larga lista de grupos israelíes que compromete su tiempo, su dinero y a veces su carrera para por lo menos dar algo de dignidad a la sociedad israelí. Pero son muy marginales y tienen muy poca influencia. El problema es que la sociedad israelí tiene tantos escudos que le protegen de las preguntas morales que es casi imposible cambiarla. Por ejemplo: cuando los soldados de Breaking the Silence empezaron a contar lo que hacían en los territorios ocupados, pensamos que la ocupación colapsaría. No eran izquierdistas quienes hablaban, sino los propios soldados, y teníamos grandes esperanzas. Se creó un gran debate y el número de refusniks aumentó, pero el portavoz del ejército, con la ayuda de los medios, llevó a cabo una campaña sistemática de deslegitimación que funcionó. Ya es de por sí difícil hacer al público israelí mirar desde otro punto de vista, y encima la tele les decía lo que querían oír: que habían sido solo unas excepciones. Así que la sociedad no se vio sacudida ni por un momento. La situación en Israel seguirá igual hasta que pase algo gordo que le enseñe a la gente que la situación no puede continuar así.”

                Hanin Zoabi recordaba que “para poder acabar con la ocupación en Cisjordania y Gaza debe crearse una base y una infraestructura adecuada en Israel, y para eso tenemos que hablar de lo que pasó en 1948, no sólo de 1967. Porque cuando hablamos de 1967, tenemos que saber que lo hacemos porque los palestinos hicimos una gran concesión renunciando al 70% del territorio.” Sin embargo, opina que lo que sucede no es sólo culpa de Israel y asume su parte de responsabilidad:

“Israel no paga el precio de la ocupación y no es sólo culpa de la extrema derecha israelí. También es culpa de los palestinos, porque tenemos que luchar. Ninguna opresión terminó sin luchar. ¿Qué se puede hacer? Se puede dejar de colaborar en materia de seguridad con Israel (en relación a la Autoridad Palestina) y decir claramente: Israel no es una contraparte para la paz y no queremos negociar.” Y lanzarnos a la calle siguiendo el modelo de Tahrir, en Egipto. Protestas pacíficas masivas, desobediencia civil y devolver la ocupación a la agenda. La gente israelí no puede levantarse e irse a la cama sin saber ni notar a los palestinos. Debemos dejar de hablar de dos estados o un estado y concentrarnos en el objetivo principal: acabar con la ocupación y la discriminación. Los palestinos necesitan una primavera árabe que desarrolle nuevas fuerzas personales, porque no que creo que las que existen ahora den lugar a un escenario diferente. La ANP no puede ir a pedir a Europa cosas que los palestinos se resignan a no tener. Puedo exigir cosas a Europa, pero no se van a molestar en hacer nada ni se van a convencer de la importancia de lo que les pedimos si nos ven dormidos y resignados.”

                Alguien de entre el público trajo a colación el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel, y preguntó a Gideon Levy si le parecía efectivo y si lo apoyaba. Otro nuevo análisis de su sociedad por respuesta:

                “La función de esta iniciativa es que paguen el precio por la ocupación, y me parece muy noble y legítimo. En Sudáfrica funcionó muy bien y aquí debería ser igual. Y os aseguro que si se les prohíbe a los israelíes que entren en las Galerías Lafayette o Macy´s, o que el Maccabi juegue la liga europea, la ocupación se termina mañana. Pero tenemos que ser realistas: Durante la Segunda Intifada, los israelíes pagaron un gran precio por la ocupación con la violencia y los atentados suicidas, pero nunca hicieron la asociación entre ello y la ocupación. Simplemente dijeron: que horribles son los árabes, que vienen y nos matan.” Siempre sacamos la conclusión errónea. El movimiento de boicot, al nivel actual, no está funcionando porque la sociedad aún no ha hecho la conexión necesaria. En vez de concluir: “A lo mejor la ocupación es mala”. Piensan: “Nos odian” y se vuelven más nacionalistas.”

                En relación con ello, a Hanin Zoabi se le preguntó sobre su línea roja para abandonar toda participación en el sistema político israelí y boicotearlo. “Nos iremos en el instante en que nos impidan representar nuestra visión democrática. De momento me han amenazado, insultado, han intentado que no pueda presentarme a las elecciones... pero todavía no han conseguido echarme, lo cual significa que aún podemos luchar.”

En un momento dado, una mujer judía británica de la audiencia preguntó a Hanin Zoabi cómo lidiaría con Irán, Siria y el resto de enemigos de Israel si ella fuera ministra del gobierno, teniendo en cuenta “la amenaza existencial a la que Israel y los judíos se enfrentan.” La respuesta, tan directa como concisa:

“Si yo fuese ministra es porque estaríamos ante una realidad totalmente diferente en la que esta pregunta no sería necesaria.”

Un buen montón de argumentos, lejos de los típicos análisis locales, sobre los que reflexionar. 

lunes, 4 de febrero de 2013

PALESTINA: Una oveja del valle del Jordán: "Si lo sé me hago colona"


(AVISO: Sé que la longevidad de las ovejas es de 18-20 años, por lo menos de las que no son palestinas, pero no seáis aguafiestas y ¡echarle imaginación!)

Hola, soy una oveja y mi dueño es palestino y nómada. Bueno, lo primero lo sigue siendo, para mi desgracia, pero lo segundo lo era, algo que tampoco mejora las cosas. Entre el 48 y el 67, cuando nos dirigía Jordania, vivíamos los seis meses más fríos en el Valle del Jordán y los seis más cálidos en las colinas del sur de Hebrón; es decir: nuestros dueños nos llevaban a donde había agua.

Pero después de que Israel invadió Cisjordania en el 67, a humanos y animales palestinos nos prohibieron desplazarnos. Mala suerte: coincidió que cuando lo decidieron nos pilló en el Valle del Jordán.

Para finales de los 60 el valle se convirtió en un área militar cerrada controlada por el ejército israelí, quien pensó que era el lugar perfecto para realizar ensayos y maniobras militares. Queríamos que nuestros dueños nos sacasen a pastar, pero desde entonces sólo nos pueden llevar a no más de 500 metros del antiguo canal de agua jordano que cruza las tierras. La buena noticia es que en verano, cuando hace 50 grados y no hay agua ni pastos, podemos movernos libres a donde queramos. El resto del tiempo el lugar se convierte en reserva natural israelí; por eso, en invierno procuramos no comer mucha de esa hierba; si la policía nos ve, detienen a nuestros dueños. Y aunque no seamos las que más suerte hemos tenido con nuestros dueños, cualquiera se arriesga a intentar sobrevivir sola en este secarral lleno de campos minados. Si por lo menos Israel quisiera entregar los mapas que sitúan las 200.000 minas que hay en este valle… pero no quiere, y tiene sus razones: “razones de seguridad.”

Una vez en los 80, nuestros dueños decidieron dejar temporalmente el área de Ras al Ouja, donde vivimos, y llevarnos a Samra, en el norte del Valle, para buscarnos agua. Los israelíes se enfadaron tanto que nos secuestraron a mí y al resto de ovejas y nos llevaron a un asentamiento. Pasamos miedo, pero nos quedamos asombradas al ver agua por todas partes, césped, ovejas que se pegaban la vidorra… Otra vida era posible… Para volver junto a nuestros pastores, estos tuvieron que pagar 10 dinares (diez euros) por cada una de nosotras.

No nos habíamos recuperado aún del susto cuando de pronto empezamos a ponernos enfermas. Según entendimos, Israel cavó pozos de gran profundidad para surtir de agua a los asentamientos, y al hacerlo, sacó sal a la superficie, que acabó en el canal jordano, que es del que nosotras bebemos. Antes odiábamos el verano, pero ahora lo preferimos, porque el canal se seca y nuestros dueños se ven obligados a comprar bidones de agua. Les salen caros, pero por lo menos no nos envenenamos. –Por si no os lo había contado antes, en los poblados tampoco tenemos agua ni electricidad; Israel no nos lo permite.-

Peor están mis primas del norte, las de la zona de Al Maleh. Si nosotras nos estresamos con los cazas volando a baja altura, allá el ejército ensaya directamente con tanques y artillería real porque, según explicaron los soldados a los pastores, la zona es perfecta para realizar maniobras porque se parece al sur de Líbano. Cuando esto sucede, sus dueños las encierran en los corrales, hechos de metal, y ellos se resguardan en tiendas de campaña. Al igual que a nuestros pastores, no se les permite construir nada que implique cemento.

A mí la hierba palestina y la hierba israelí me saben igual. Pero por alguna razón, la israelí no la podemos comer. El caso de mis primas es más complejo, y me cuesta aclararme. Parece ser, según me cuentan, que la mayoría de las tierras en las que pastan son propiedad de la iglesia latina palestina. “Pero entonces, la podéis comer, ¿no?”, les pregunto. Ellas me dicen que no, “porque estamos en área C, control israelí, y cada vez que lo intentamos los soldados piden a nuestros dueños los papeles que demuestren que la iglesia nos ha dado permiso para pastar ahí. Y por lo visto no nos ha dado ninguno. Los pastores han ido a pedirles que les alquilen las tierras, que les den permisos, algo, para que las ovejas no corramos peligro de muerte cada vez que salimos a pastar. Pero nada. Y alquilar las tierras no debe de ser algo imposible para la iglesia latina, porque ya hace tiempo alquilaron una parte a Israel para que montase una base militar.”

Hace poco me encontré con una oveja de un asentamiento, y ya me puse borde, y le dije: “Oye, ¿por qué tus dueños quieren que los nuestros se vayan de aquí?” Ella me dijo: “Es por vuestra seguridad. Aquí se hacen ensayos militares y en una de esas os pueden matar.” Se debió de pensar que soy idiota. “Pues entonces vosotros también deberías largaros”, le contesté toda digna. A ella le dio la risa. No se molestó ni en contestarme. De vuelta a mi triste poblado de agua envenenada, pensé: “No, si la idiota soy yo. Para la próxima me hago oveja colona.”

ISRAEL: Elecciones. Análisis rápido, que también hay otras cosas.


Un análisis de las elecciones israelíes que, a juzgar por los pocos cambios que se prevé que traigan, voy a hacer más bien rápido:

El Likud de Benyamin Netanyahu y  el Yisrael Beitenu de Avigdor Lieberman, los mismos que ya gobernaban antes, han vuelto a ser los más votados, por lo menos en bloque, aunque han obtenido 11 escaños menos que la última vez. El Kadima de Livni, que fue el segundo en 2009, ha desaparecido del mapa.

La mayoría de los votos perdidos por Netanyahu y Lieberman se corresponden con los de colonos que han optado por apoyar al Habayit Hayehudi de Naftali Bennett, que dice claramente que lo que hay que hacer con Cisjordania es anexarse el área C que Israel controla (osea, el 70%) y convertir el resto en reservas; algo que muchos piensan pero no dicen.

Los votos perdidos de Kadima han ido a parar al laborismo y, sobre todo, al ‘Hay Futuro’ de Yair Lapid, que vendía reformas sociales y económicas y, promesa estrella, igualdad para los ultra ortodoxos a la hora de hacer el ejército.

Posibles coaliciones:

Netanyahu y Lieberman se alían con los ultraortodoxos, es decir Shas y United Torah, sumando 49 escaños entre todos. Otros partidos de derecha entrarían en la coalición para llegar a los 61 asientos necesarios para gobernar. Resultado: misma situación que en los últimos cuatro años. Consecuencias para Palestina: más de lo mismo.

Netanyahu y Lieberman se alían con Bennett y Lapid, estos dos últimos ya en conversaciones. Una extraña coalición teniendo en cuenta que, de acuerdo con su programa electoral, Lapid es de centro izquierda. Pero sumarían 62 escaños, una buena mayoría de partidos que podrían sacar adelante algún arreglo para que los ultra ortodoxos participen en el ejército o por lo menos cumplan un servicio alternativo. Si United Torah no entra en la coalición, Shas podría hacerlo, argumentando –como de hecho hace- que no se puede (o no se debe) llegar a ningún acuerdo sobre los ultra ortodoxos y el ejército sin contar con ellos. Resultado: el tema de los ultra ortodoxos sería tratado y centraría la atención de los israelíes frente a otros asuntos; y si Lapid es nombrado ministro de exteriores, el escaparate frente a la comunidad internacional (comparado con el que ofrecía el ex ministro ultra derechista Lieberman) mejoraría bastante. Consecuencias para Palestina, teniendo en cuanta que Bennett formaría parte del gobierno y que Lapid sería el único de centro izquierda pero tiene otras prioridades antes que Cisjordania y Gaza: más de lo mismo.

Entre los palestinos, desinterés. Varias veces pregunté a gente de a pie, no relacionada con la política o el activismo, sobre las elecciones. La respuesta más común: “Pues no sé… ¿cuándo son?”